ARTE RACIONAL

El arte basado en el automatismo, en el impulso del comportamiento, ha sido entendido por muchos, desde el concepto platónico, como peligroso, como ilusión, como representación magna de la irracionalidad, de la que debemos huir, pues hace peligrar la relación entre arte y filosofía (opinión, creencia). Aquel arte que no se acoge a la razón se convierte automáticamente en la categoría más baja de conocimiento: en doxa, opinión, en creencia.

Sabiendo que el Arte Contemporáneo no ha pretendido reconciliar ambos conceptos (razón y pasión, diagrama, impulso), peleados a lo largo de la historia, sí reconoceremos que una parte de este arte es racional. No se guía por una racionalidad filosófica, si no por una razón que no conoce pero sí es fundamento, aunque no último, y permite el flujo creativo. 

Defenderemos, pues, el preguntar del arte como razón, partiendo del concepto de arte hegeliano como «esencialmente una pregunta, una interpelación a un pecho que resuena, una llamada a los ánimos y a los espíritus

En la publicación anterior hablábamos sobre el concepto griego de poiesis (creación«la causa que convierte cualquier cosa que consideremos de no-ser a ser»). La razón poiética, a través del arte, construye nuevas realidades simbólicas a través de la propia racionalidad, la manifestación de la capacidad humana de invención, creación e innovación. 

En busca de una estética filosófica, una filosofía del arte que no prescinda de la razón, el arte contemporáneo supone un giro a cualquier teoría anterior, pues en esta etapa "cualquier cosa puede ser una obra de arte".  Entendemos pues, que si cualquier cosa puede ser una obra de arte, una obra de arte puede manifestarse de cualquier forma, por lo que resulta imposible establecer a priori los términos que identifican una obra de arte, su esencia. 





Si nos dejamos guiar por la estela de pensadores como Wittgenstein, desde un enfoque pragmático, interpretamos una forma simbólica como símbolo artístico o no según las condiciones pragmáticas. Danto llamará a esto "las razones del arte".

Llamaremos artista racional a aquel que no se deja llevar únicamente por sus impulsos, si no que es capaz de establecer un parámetro creativo a través de la razón que marcará su destino como artista. El proceso no es automático. La obra de arte racional goza de límites, de mensaje, de interpretación, pues no responde a un proceso automatizado, impulsivo u onírico. Trasgrede del plano meramente sensible. Entendemos el arte racional como una experiencia simbólica, como una categoría de conocimiento especial. 




Podríamos sostener que en el mundo moderno juicio estético y juicio artístico no caminan necesariamente de la mano. Encontramos en el arte contemporáneo un acelerón a esta ruptura. Muchas de las corrientes que situamos dentro de este tipo de arte rechazan la razón, huyen de cualquier atisbo de racionalidad o funcionalidad y abrazan el mundo onírico, el expresionismo, el no-significado.

Ante la afirmación de Frank Stella sobre que «el arte que se ve es el que se ve», invitando a prescindir de todo ejercicio de comprensión, y por tanto, reduciendo el arte a un conjunto de gustos y placeres en mayor o menor grado, el artista racional presenta un ejercicio de comprensión, delimitado, tiene algo que decir, aunque en el arte contemporáneo a veces se diga de manera "desordenada".

El arte contemporáneo racional no persigue lo bello, lo sublime, y sí la significación, las obras de carácter reflexivo, el esfuerzo de comprensión por parte del espectador. 




El arte actual es arte libre, se desata de las barreras y cuerdas del pasado. La racionalidad introduce el caos en el orden, y este establecimiento de límites es su principal razón funcional. A través del arte observamos la pluralidad de enfoques, se mueve en un mundo de significados y símbolos. Toda obra de arte racional es necesariamente inteligible, se abre a comprender y ser comprendida. La razón de la obra es "Interprétame, piénsame", y se elaboran sobre ella juicios que pueden mutar con el tiempo o cambiando la perspectiva. No tiene, incluso, ni por qué gozar de "aceptabilidad" para tomarla por válida.

 «Las cosas con el arte son difíciles». 

Platón

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